domingo, 24 de agosto de 2008

Luces del Norte

Behind the depth, before the height,
surrounded by the serpent Jormundgand,
the world of Man in the middle
of heat and ice, built by the Ymer brow.

World of Man, hot and cool, high and low


Día 1: Viaje hacia el Norte

Mi historia comienza una mañana de verano, cogiendo un avión por primera vez desde que tenía tres años y aprovechando así la oportunidad de enfrentarme cara a cara con uno de mis miedos pendientes. El viaje se desarrolló con una mezcla entre nerviosismo y excitación, ya que al fin y al cabo coger un avión es un precio pequeño a pagar cuando los antiguos dioses del norte te llaman para tocar tu alma y dejar en ella su huella para siempre.
Después del medio día llegué a Dinamarca, aterrizando en Copenhague. Allí descubrí un sitio tranquilo y sencillo, una ciudad sin demasiadas sorpresas pero interesante de todas formas. La mayor parte de la tarde la dediqué a explorar la zona central de la ciudad, plagada de tiendas y comercios.
Tras la cena tuve la oportunidad de visitar el parque Tívoli, un parque de atracciones en pleno centro de la ciudad, que aunque no es ninguna maravilla cumple su función.
Aquel primer día fue tranquilo, sin demasiadas sorpresas pero a la vez emocionante, seguramente porque dentro de mí sabía que aquello sólo acababa de empezar, y que durante nueve días y nueve noches colgaría del árbol del mundo para que me fueran revelados sus secretos.

In between extremities rises Midgard, mighty as the stem of the tree.
Ash and Elm, the human pair living of its precious fruits. But soon it may end.

Día 2: The Little Mermaid

La mañana del segundo día consistió en una ruta guiada por las partes mas importantes de la ciudad. Copenhague, como muchas de las ciudades del norte de Europa, ha sido pasto de las llamas más de una vez y ha obligado a su reconstrucción casi completa en más de una ocasión.
Durante la ruta pudimos ver además del Ayuntamiento las casas reales de verano e invierno, la estatua de Gefion, la primera deidad nórdica que se nos aparecía en el viaje la ópera y cómo no la estatua de la sirenita. Además visitamos Los palacios de Christiansborg y Rosenborg, donde pudimos conocer mejor la historia del país y las peculiaridades de sus reyes, tanto los actuales como los antiguos.
Por la tarde tuve vía libre por la ciudad y pude visitar entre otras cosas el Ripley's Belive It or Not Museum, un pequeño museo moderno donde recrean sucesos curiosisimos que han reinado lugar, entre los típicos monstruos de feria hasta historias insólitas que han ocurrido, como por ejemplo una niña que apareció durmiendo en las ramas de un árbol tras un huracán a muchos kilómetros de su casa sin que se diese cuenta de nada.
El resto de la tarde consistió en un tranquilo paseo en barco por la ciudad y poco más, aquella sería la última noche que pasaría en Dinamarca.

Middle Earth, Old Midgard we wish the tree will burst into leaf!
Will someday your ballance reach an end and you'll start to fade?
Mannaheim, Old Midgard all your wally start to tumble down.
May the tree be reborn from the ash it will grow again.

Día 3: Las tierras de Midgard

La mañana en Copenhague fue bastante tranquila y consistió únicamente en una visita a la Glyptoteca, allí me adentré en soledad por sus pasadizos rodeado de esculturas que recreaban mitos clásicos, egipcios y cristianos entre otras culturas.
Poco después del medio día embarqué en el segundo avión del viaje, que nos llevaría diréctamente hacia el sur de Noruega, corazón de Midgard.
Llegamos a la ciudad portuaria de Stavanger, un sitio tranquilo sin demasiada trascendencia pero dónde se podría comenzar a ver el tipo de vida de las gentes del norte.
Aquella tarde recorrí las casas de madera del centro de la ciudad, las mejores conservadas de todo el país, además de tomar una cerveza en el puerto junto al mercado y la estatua del barco-gamba y dar una vuelta por los alrrededores de la catedral. Aquella noche nos aconsejaron dormir bien, pues necesitaríamos de nuestras fuerzas para lo que nos esperaba al día siguiente...

Let's defend Midgard, we Call the High One
Sow upon the field the rune of Jara

Día 4: Visiones del Asgard

Pocas veces levantarse a las 6 de la mañana es una buena forma de comenzar el día, ésta es una de esas veces. Tras un desayuno importante, subimos al autocar que nos condujo hasta el primer ferry del viaje. Navegamos hasta el cercano fiordo de Lyss, junto al monte Prekestolen, donde se encuentra la roca del púlpito y unas de las visiones más espectaculares del sur de Noruega.
Pero para disfrutar de la majestuosidad de la montaña primero debíamos enfrentarnos a ella y demostrar ser dignos de descubrir sus secretos. La subida resultó ardua y agotadora, pero los pequeños tesoros que se iban encontrando a lo largo del camino resultaban motivadoras para continuar la escalada. Cerca de la roca del púlpito se nos mostró una increíble panorámica del fiordo, que contemplada desde la altura y la distancia tenía un aire irreal. Por un momento sentí haber abandonado la tierra de los mortales y tuve la oportunidad de contemplar el mundo desde donde lo contemplan los dioses.
La roca del púlpito es una explanada de terreno que sobresale de la pared de la montaña, como una cornisa rectangular que se asoma hacia un abismo de 640 metros de altura. A medida que te acercas al borde las piernas te flaquean y excepto para los más temerarios, o quizás insensatos, la única manera de observar el abismo y la belleza del fiordo desde arriba es arrastrarse por el suelo y asomar la cabeza por el borde.
El descenso fue peor que la subida, el cuerpo y sobre todo las piernas comenzaron a quejarse pues desde la cima hasta la falda de la montaña separaban hora y media de piedras, paredes de roca y caminos de cabras.
Una vez abajo y tras reponer fuerzas esperamos en la orilla del fiordo al ferry que nos dejaría de nuevo en Stavanger.
Por la tarde todo el mundo estaba demasiado mermado para más aventuras, así que el día terminó con una visita al museo del petróleo y un momento de relajación en las terrazas del puerto.

Take us to Valhalla
when we'll pass the gate of Heimdal.
Let us meet gods and follow their ride.
If you watch the nightsky you will find their dwelling
in the stars they live as the zodiac signs.

Día 5: El bosque de los Trolls

A la mañana siguiente madrugamos de nuevo para llegar a tiempo de coger el siguiente ferry, esta vez camino hacia Bergen. En el viaje en autocar una nueva gama de paisajes se nos presentó, consistía en cadenas de montañas suaves y redondeadas, debido a la acción de las glaciaciones y la acción de los elementos, cubiertas por bosques hasta donde alcanzaba la vista y rodeadas por lagos y fiordos que reflejaban las montañas en su superficie, creando visiones mágicas de aquellos bosques milenarios. Durante el trayecto en el autocar pusieron La Mañana de Edward Grieg, quien se inspiró en los paisajes de los alrrededores de Bergen para componer sus melodías.
La ciudad de Bergen tenía bastantes puntos en común con Stavanger, con el mercado situado junto al puerto, donde pude probar no sin una ligera aprensión la carne de ballena que se semejaba a un trozo de jamón pasado por agua. La ciudad se había levantado junto al monte Floyen. La ciudad contaba con un funicular que subía hasta la cima de la montaña donde se podían contemplar unas vistas increíbles de la ciudad junto a un bosque que cubría todo el monte. Aquella tarde hacía especialmente calor y la mejor forma de combatirlo era internarse en el bosque, donde el aire era fresco y hacia una temperatura perfecta. Lo más sorprendente del bosque eran sus curiosos habitantes, pues no podías andar más de dos minutos sin encontrarte con algún troll tallado en madera o sobre la corteza de un árbol, seguramente debido a la cantidad de gente que visita el bosque durante el día los trolls se mostraron tímidos y no dieron señales de vida, pero quién sabe la actividad que pueden tener esas tallas por las noches cuando nadie les observa...

When you read the runes again Valhalla and Asgard are reborn

Día 6: La ciudad de los comerciantes

Bergen cuenta entre sus cons- trucciones con uno de los patrimonios de la humanidad en el barrio de Bryggen, las casas de la liga Hanseática, una serie de once casas alineadas de cara al puerto. Estas casas pertenecían a los comerciantes que formaban parte de la liga hanseática, como en aquella época el precio por construir venía determinado por la cantidad de metros que estaban de cara al puerto, estas casas vistas de frente parecen muy estrechas, pero se extienden a lo largo hacia el el interior de la ciudad formando así viviendas mucho más amplias de lo que en un principio aparentan. Cerca de el barrio de Bryggen se sitúa la iglesia de Santa María, y a escasos metros de su fachada se halla el museo arqueológico, que tuvimos la oportunidad de visitar. Allí entre otras cosas se encontraron una gran cantidad de tallas rúnicas que han servido en muchos casos de base para formar los alfabetos de runas que actualmente se conocen, además el museo da una imagen bastante aproximada del estilo de vida de aquella gente durante la edad media. Al mismo tiempo en el museo había una exposición sobre animales mitológicos y sobre la caza de brujas en la antigua Europa.
Por la tarde abandonamos Bergen y nos dirigimos hacia Voss, una pequeña localidad junto a un gran lago donde nos alojamos en un hotel con con unas vistas espectaculares de todo el valle.
Allí hicimos la ruta en tren hacia Myrdal y después hasta el valle de Flam, donde fui testigo de las visiones más espectaculares que mis retinas han tenido la oportunidad de disfrutar. Las proporciones de las montañas, la magnitud de los valles, la majestuosidad de sus cascadas, especialmente la de Kjofossen que pudimos contemplar desde tan cerca que nos envolvía una ligera llovizna procedente de su cauce. La magia de aquellos valles impregnó mi espíritu dejando una marca en mí que nunca se podrá borrar.

In the middle of the world the rock of Gods stand high.
On the dark yule-night
The gods will descend with the dead of the brave.

Día 7: El gran Glaciar

Al día siguiente tomamos subimos al autocar que nos llevo hasta donde tomaríamos el crucero por el fiordo de los sueños. Allí atravesamos sus aguas contemplando las tremendas montañas plagadas de bosques, sus delgadas cascadas que caían desde decenas de metros de altura y la curiosa fauna que habitaba sus aguas, como por ejemplo las tímidas marsopas que asomaban de vez en cuando de las que sólo podíamos ver el pequeño géiser de agua que expulsaban al respirar y alguna que otra vez la cola que mostraban al exterior. Una vez en tierra de nuevo horas y horas de autocar que pasaban volando y durante las que no puedes despegar los ojos del cristal y maravillarte continuamente con los paisajes que esta tierra es capaz de ofrecer.
A la hora de comer llegamos a un hotel situado cerca del glaciar, edificado en un valle rodeado de bosques y cascadas desde donde se podía ver al gigante de hielo. Tras la comida comenzó el ascenso hasta el glacial, que después de la subida al Prekestolen días atrás apenas resultó un paseo por el bosque. Cruzamos puentes y cascadas, caminando junto a las aguas heladas que bajaban de la montaña. Una vez junto al macizo de hielo una sensación de reverencia y a la vez lástima se apoderó de mi. Contemplaba a un gigante moribundo, los hielos eternos que poco a poco se van deshaciendo por el calentamiento global. Da lástima contemplar fotos de hace apenas diez años y ver todo lo que se ha perdido, quedando solamente una marca en la piedra dónde durante miles de años se extendían los cristales de hielo. Debido al calor que hacía aquel día, en contraste con el frío de la cima del glacial, un viento fortísimo soplaba desde arriba, curiosamente el aire era frío y cálido a la vez, y se soportaba sin ningún problema con manga corta. Para la mayoría de la gente aquello solo era viento, sin embargo yo tuve la impresión que era la única manera que tenía el gigante de hielo de mantenernos alejados, dolido por todo el daño que nuestra especie le ha causado y temeroso de que le ocasionemos aún más dolor.
De vuelta en el autocar llegamos hasta el fiordo de Geiranger, donde hicimos el segundo crucero del día, durante el cual pudimos ver entre otras cosas la garganta del infierno, las siete hermanas frente al pretendiente y la carretera de las águilas.
Al final del fiordo se encontraba el pueblo de Geiranger donde nos alojamos aquella noche. Después de cenar y sintiendo que no faltaba mucho para que el viaje tocase a su fin decidí acercarme hasta la orilla del fiordo y toalla en mano me interné en sus aguas hasta las rodillas para que la magia de aquella tierra se impregnase en mis huesos. Los dioses del Asgard debieron de sentirse contentos con mi gesto pues justo después de adentrarme en el fiordo en la otra orilla una hoguera se prendió iluminando el atardecer.

When the bridge will make a way for all the northern gods
all the dead will ride on Bifrost and they're coming by the storm

Día 8: El comienzo del fin

Abandonamos Geiranger por la mañana temprano en dirección a Oslo, el final del camino. Cerca de Geiranger cruzamos una montaña donde podía verse nieve en pleno mes de Julio. Allí había gran cantidad de montoncitos de piedras apilados, como los que sirven para marcar las rutas de montaña, pero en una cantidad tan grande que le daba un toque místico o pagano a todo el lugar. Cuenta la leyenda que si tienes un deseo y construyes un túmulo de piedras tu deseo podrá realizarse, pero únicamente si tu contruccion es capaz de resistir el invierno, además un año despues tienes que volver para comprobar que tu construcción sigue en pie. Como no tenía muchas esperanzas de regresar al año siguiente y ningún deseo ardía especialmente en mi cabeza decidí levantar un pequeño montoncito de piedras más en señal de respeto y agradecimiento a aquella tierra que tantas maravillas me había mostrado.
El resto del trayecto no tuvo demasiados sobresaltos, poco a poco nos fuimos despidiendo con pena de los paisajes que nos habían acompañado durante todo el viaje. Atravesamos todo el Jotunheimen, deteniendonos en la ciudad de Lilehammer donde visitamos su iglesia vikinga y paramos a comer en la aburridísima ciudad de Lom.
Para cuando nos quisimos dar cuenta las montañas habían desaparecido, sólo quedaban los bosques infinitos que se expandían por praderas hasta el horizonte, y la carretera, cada vez mas ancha, tenía un siniestro aire de civilización.
La llegada a Oslo fue algo deprimente, pues de pronto nos vimos envueltos de nuevo en la modernidad y la civilización, donde no tienen lugar la magia de los bosques ni la presencia de los Aesir.
Después de cenar visitamos el centro de la ciudad, tomando el metro desde el hotel y dando una pequeña vuelta por el puerto, que bien podría haber sido el de Benidorm o Gandía.

When the seal is broken up in the midwinter sky,
all the dead will follow Odin and they're coming by the storm

Día 9: Los barcos Vikingos

El único rastro de los antiguos Aesir que quedaba en la ciuda de Oslo ( cuyo significado es Campo de Dioses) eran una serie de grabados en las paredes del ayuntamiento de la ciudad, representando algunos de los mitos nórdicos más importantes.
Aquel día consistió en apenas una vuelta guiada por la ciudad, donde nos enseñaron el palacio real, el ayuntamiento, el parlamento y poco más. También visitamos el parque Vigeland, donde están expuestas las esculturas del artista del mismo nombre, una persona obsesionada con las etapas de la vida representadas en su totalidad a lo largo de sus esculturas. También visitamos el museo de barcos vikingos, una de las pocas cosas interesantes que ofrecía la ciudad, aunque como la mayoría de las cosas de aquella épcoca, apenas se conservaba nada y lo que se conservaba era en mal estado. La tarde se hizo infernalmente larga hasta que subimos al monte Hollmenkolen, donde se encuentra el famoso trampolín de esquí de Oslo. Desde allí había una visión sorprendente de la ciudad, pues parecía que toda la modernidad y avance resultaban ridículos en comparación de los inmensos bosques que se extendían por toda la tierra, supongo que era el último guiño de aquella tierra que de alguna forma intentaba despedirse de nosotros.

Sagas from the ancient days are written in the sky

Día 10: La vuelta a casa

Poco más queda por contar, esa mañana salimos del hotel hacia el aeropuerto, a 50 minutos de la ciudad. Abandonamos las tierras del norte de vuelta al hogar, con cierta tristeza por despedirse de aquellas montañas plagadas de magia. Sin embargo la sensación de volver a poner el pie en la tierra natal siempre es agradable, y los recuerdos de los últimos nueve días y nueve noches, los mismos que estuvo Odín colgado del árbol del mundo, son algo que nunca se borrarán.



Y así Odín controla los nueve mundos,
mientras sus fieles cuervos, Huginn el pensamiento,
y Muninn la memoria,
le susurran al oído lejanas noticias
de los avatares entre dioses y humanos

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya envidia de vije la verdad, tuvo que estar super chulo todo y te verías super pequeño entre todo eso...por un momento cuando leía lo de los trolls pensé que estabas delirando jajaajaj y k ajjjcooo la carne de ballena :S. estaría xulo ver si tu montoncito de piedras sigue vivo el año que viene, aunque si le ponen esa condición será por que es chunga que se cumpla (había más montoncitos de otros años?:P).
por cierto, k susto me he dado al poner http://www.powerheadv3.blogpot.com/ jajajaj, una página curiosa :P

Halvar Mjolnir dijo...

Creía que la pagina esa se llamaba igual q la mia xD pero te lleva a ella pongas lo q pongas delante de blogpot, peor fue lo mio cuando queriendo meterme en el rellano.com acabe en el reyano.com (rey ano... xD)

Allévoy dijo...

Por fin he sacado tiempo para leer la entrada en vez de ojearla, y puedo decir que mi envidia es casi totalmente por el paisaje y la ambientación. Y por el clima, un poco.

Tanta tradición y mitología han dado una dimensión adicional a un viaje ya de por sí atractivo, y sólo puedo imaginar lo que has disfrutado. Te has tenido que sentir uno de los Dioses.

Lo del montoncito de piedras tuvo que ser genial, igual que asomar la cabeza por el desfiladero (a mi se me caerían las gafas xD).